EL VEREDICTO DE LOS TRES JUECES

Todavía recuerdo a uno de los tres jueces... ¡El juicio final está cerca!, un gran silencio nos desprendía las víceras, hasta que el visitador de almas irrumpía "cuidado que traigo sangre fresca"
Una turba aparece entre las cenizas de las hogueras, donde los reyes se convierten en estrategas de nuestras mentes, y ajedrecistas son sus discípulos más adiestrados, en presencia de un dios cualquiera, los altos dignatarios de la Iglesia queman a cien herejes. Cristo avanza hacia la turba, adolorido de una pierna, mientras que los bufones de palacio rien grotescos...
El pueblo impelido resiste el impulso, se agolpa a su paso...
Y avanza la ciencia y el comportamiento humano son sólo hilos de una desarticulada marioneta...

MOFA Y MUSARAÑA

Viven en equilibrio constante, contorsionistas itinerantes de sus ironías más célebres, siempre distantes de otros...
Mofa languidecía, sus articulaciones tienen que ser perfectas, levantaba su sombrero de prendas sonoras tratando de zafar su falta de fuerza...
Musaraña reía, todos ríen en el circo ¡así es el espectáculo!, malhumoradas se tornan sus mejillas...
La función es reiterativa, monótona, hacer reír es el pan de cada día... mandíbulas incólumes a ese sentimiento...
¡Malabaristas! ¡Tomen sus fuerzas!
¡La función acaba de comenzar en los alrededores de Antígonas!...

EL ANTÍDOTO DE ANTÍGONAS...


Antígonas es el eslabón perdido por los hipócritas, apetecido por los corregidores de la honestidad barata, es tan poca su superficie hidráulica, que los mares son invensiones de los brujos alquimistas...
Aquí descansan mis antepasados, mi árbol genealógico, mi idiosincracia, mis melodías bufónicas y la tumba de la que fué Farinata.
Los arlequines y saltimbanquis ejecutan su danzas en una metamorfosis triste y dan pie a la vida humana, Marcel Marceau discute por sus obras en el teatro heredado por la comedia, mientras los arlequines de Picasso con una máscara idólatra, alaban al Dios que rie...

EL MISTERIO DE FARINATA

La calle era muy estrecha, las esquinas ibéricas tenían un tétrico olor a humedad, las carrozas en mitad del camino tenían un placer peligroso, huía en busca de su olfato, mi sombrero se elevaba en toda su extensión, después de haberme lamido la cara, quité las piedras que estorbaban mi camino, presuroso en busca de un secreto..
¿Quién conoce los misterios de la voluntad y de su fuerza? que venga el Diablo y os lo cuente... El amor es una prueba de fuerza, reflexioné sobre ese punto...

Conocí a Farinata una noche común, tenía la mirada perdida, era pálida, demente, vestía pobremente pero simulaba una princesa itálica, reservada solo para títeres, la amé, la odié, me besó, nos besamos, la asfixié con mi diabólico sombrero. Farinata marioneta de la Corte de los impostores, obviamente... Yo no era mejor que ella...