
Una turba aparece entre las cenizas de las hogueras, donde los reyes se convierten en estrategas de nuestras mentes, y ajedrecistas son sus discípulos más adiestrados, en presencia de un dios cualquiera, los altos dignatarios de la Iglesia queman a cien herejes. Cristo avanza hacia la turba, adolorido de una pierna, mientras que los bufones de palacio rien grotescos...
El pueblo impelido resiste el impulso, se agolpa a su paso...
Y avanza la ciencia y el comportamiento humano son sólo hilos de una desarticulada marioneta...